¿Sientes que la vida es demasiado agitada? El decálogo de San Juan XXIII para vivir la serenidad puede ayudarte a encontrar la paz interior y la alegría en medio de las dificultades.
San Juan XXIII, también conocido como el "Papa Bueno", fue un hombre de fe y esperanza. Nacido en Italia en 1881, fue ordenado sacerdote a los 23 años y nombrado obispo a los 44. En 1958, fue elegido Papa y se dedicó a promover la paz y la unidad en el mundo.
El decálogo de San Juan XXIII es una serie de consejos prácticos para vivir la vida con serenidad. Entre ellos, se encuentran:
- Vive el momento. Disfruta de las pequeñas cosas de la vida.
- Sé agradecido. Aprecia todo lo bueno que tienes.
- Perdona a los demás. El perdón te liberará del dolor.
- Haz el bien. Ayuda a los demás y haz del mundo un lugar mejor.
- Sé humilde. No te tomes demasiado en serio.
- Sé paciente. Las cosas buenas tardan en llegar.
- Sé optimista. Mira el lado bueno de la vida.
- Confía en Dios. Deja que Él te guíe.
Estos consejos pueden ayudarte a encontrar la paz interior y la alegría en medio de las dificultades. Recuerda que, incluso en los momentos más difíciles, Dios está contigo.
Decálogo de la serenidad de San Juan XXIII
1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez.
2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no solo en el otro mundo, sino en este también.
4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9. Sólo por hoy creeré firmemente - aunque las circunstancias demuestren lo contrario -, que la buena Providencia de Dios se ocupa de mí, como si nadie más existiera en el mundo.
10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.